Al principio mi vida era vacía, era porque me faltaba una
tortuga, ahora lo sé.
Cuando llegó nos cautivó... por diez minutos.
Después siguió viviendo en su caja de zapatos porque era muy pequeña, luego al fondo del patio de donde sale una vez al día para comer lechuga (que está a 10 mangos el kilo)
Cada día al despertar pienso en
Manuelita (no hay otro nombre que acepten en el Registro Civil de
Tortugas) en realidad me despierto con el ruido seco de mi perro al darla vuelta, creo que intenta ayudarla para que haga pilates. Me tengo que levantar corriendo, sacar las trabas de la puerta del patio, retar al perro y ponerla en su lugar tras hacerle cariñitos en el cuello (único lugar donde se puede hacer un mimo a una
tortuga), teniendo cuidado de no cortarme con los bordes del caparazón.
Al mediodía la desgraciada se mete en la cocina, y quien diga que caminan lento se los refuto, no le dan las pezuñas para meterse abajo de la heladera, lugar incómodo si los hay para sacarla recomiendo un escobillón no muy nuevo porque suele darse por comper las cerdas de plástico. A la siestita de los días de sol suele salir a caminar por el jardín, arremete con todo y no respeta nada, camina para adelante aunque tenga enfrente un sillon, una persona, una abuela o una pared, en el último casi sigue rascando hasta que alguien la corre o rompe la pared cual Sanson.
Las
tortugas son aburridísimas, y aunque Mafalda la lleve atada y le ponga nombre no tortuguezco (Burocracia no es un nombre para tortugas aprobado por la ley) en la vida real no se puede. Además de aburridas las pobres están extinguiéndose porque todos llevan de a una y les impiden la reproducción, por lo que si alguna vez tu perro le come una pata y la querés salvar llevándola al veterinario, podés ir en cana por trafico de animales.
Para que lo sepan, así me cambió la vida tener una
tortuga... yo me di cuenta que Tolkien tenía razón "hasta el ser más insignificante puede cambiar el destino del universo"; y después de todo
Manuelita es parecida a Gollum (en lo fea)