miércoles, 30 de diciembre de 2009

3 postales típicas de Navidad

Llegan las fiestas, todos los años – lamentablemente – llegan y uno se siente en un gran deja vu, hay que comprar sí o sí regalos para Navidad, todos los negocios se llenan de gente, los comerciantes aumentan los precios, la gente compra cualquier cosa “con tal de tener algo debajo del arbolito”, hay que comer mucho, mucho, mucho, tomar también, brindar con los de la oficina, con los familiares, con los amigos, con los de la facultad, con los que nunca ves y no te importa, pero hay que verlos y brindar antes de cambiar el almanaque. En fin… una vorágine, yo que he vivido ya dos décadas y un poquito más de fiestas he podido observar postales típicas de esta altura del año, a saber:


1) ESE día, ya sea 24 o 31, cuando uno está reunido con la familia las horas transcurren muuuuuuuuuuuy lentamente. Hay un momento en particular, entre que uno terminó de preparar las ensaladas, salsas o picadas y que es tiempo de acicalarse que no pasa más. Es tiempo muerto, como los domingos a la tarde, un momento propicio para cualquiera con tendencias suicidas. Pero después, cuando uno terminó de comer, se desabrochó el primer botón del pantalón y ya no tiene más chistes de Jaimito que contar DE REPENTE son las 12. Siempre pasa eso, y los vecinos de al lado ya están tirando las cañitas voladoras y uno recién se percata que todavía no descorchó la sidra, no lavó las copas – que todavía tienen trocitos de banana de la ensalada de frutas – y que no le da tiempo para llegar aunque sea a decir los últimos 3 números del conteo final de la radio.

2- Los regalos. Cuando uno es chico cree que la Navidad es una fiesta que prueba tu paciencia, porque para abrir los regalos tenés que esperar toooodo el tiempo hasta las 12, y que la pirotecnia es un invento para desviar la ansiedad hasta ese momento. Cuando uno es grande la pirotecnia es peligrosa, ruidosa y cara, es la ley de .la vida. Y los regalos, si bien uno los espera también ya sabe por lo general de qué se trata, cuánto costó y cómo te queda. Así que cuando creces los regalos es el momento que tenés que pasar para hacer tiempo hasta las 2, aproximadamente para ir a festejar con tus amigos que saben divertirse de verdad (o al menos eso crees vos)


3). Nunca falta, para estas fiestas alguien que comienza a despotricar contra la más famosa marca de gaseosas diciendo que Papá Noel es un invento del capitalismo, que acá sólo el niñito Dios debería ser el protagonista único, que comemos comida más propia del clima del hemisferio norte, y que la navidad es una fiesta espiritual y no comercial. Por lo general, esa misma persona es la que lleva los turrones y la Coca a la mesa, que se disfraza – o al menos se ríe con la o – y que si le preguntas cuál fue la última vez que fue a misa, rezó o vio de cerca un rosario, no se acuerda.


¡Gente! Las fiestas son lo que son, cada uno le da un significado, las vive a su manera y con los que vive, canten villancicos o no, vean por quincuagésima vez “Mi pobre Angelito” por el 12 o no, crea o no, brinde o no, pero todos pero absolutamente todos las vivimos y les apuesto lo que quieran, pero al menos una de las 3 postales que les describí – por lo menos una – la hemos vivido hasta el hartazgo. Felicidades! Jo jo joooo

PD: Una vez más me juré que no iba a postear nada por la efeméride y mírenme!


musicalización de la entrada: "Los peces en el río"

homenaje a mi seño de música que odiaba esta canción

martes, 15 de diciembre de 2009

One, two, three, four, uno, do', tres, cuatro...

Ya he hablado en este espacio sobre la cantidad de cosas que son tan tan pero tan malas que las terminamos consumiendo, primero las criticamos duro y parejo “Qué cachivache que es Zulma”, después nos despierta curiosidad “¿Se sabe algo de Nazarena? Hace como una semana que no aparece en TVR”, y al final las adoptamos por “simpaticonas”. Igual, como ya he hablado de eso, no voy a ser redundante, o más o menos.

Hoy quiero hablar de aquellas personas que son un producto, y no, no hablo de siliconas, bótox o esteroides con patas, sino de aquellas personas que representan una empresa o institución, lamentablemente. Y digo lamentablemente porque una se mata estudiando relaciones públicas, comunicación institucional, marketing; las empresas gastan miles de pesos en publicidades y campañas para que aparezca de repente un Ricardo Fort o un Paladini bailando/patinando/cantando/ladrando/pasando vergüenza en un programa como el de Tinelli y se vaya todo al carajo.

No es que de repente yo piense que la marca de fiambres sea mala o que las barritas de cereales – que no me gustan absolutamente para nada – sean malas, pero yo voy al kiosco ¿no? y me dan dos opciones, y sé que mi aporte va a ir a parar a un bicep del flaco ese, o a la esposa gato de otro y la verdad, muchas ganas de ser clienta o sentirme representada con esa marca, no me dan.

Igual, tranquilas megacorporaciones que al leer esta entrada se dan cuenta que sus acciones pueden caer terriblemente y llevarlos a perder todo al retirarse sus accionistas; mi profe de publicidad decía que lo importante era figurar, no importaba si bien o mal, tan solo permanecer. ¿Viste? Tiré toda mi teoría sesudamente desarrollada en el último párrafo, que embole tener una autora que piense como dos.



¿Y vos? ¿Le das a Ricardo Fort y a Guirao Díaz? ¿No te dan ganas de comer chocotorta cada vez que aparece el coso ese que Tinelli inventó? ¿No? ¿Y una picadita? ¿Y con Nazarena que pasó? ¿Y Zulma?

Musicalización de la entrada: "I Know you want Me"
Video ilustrativo: Yayo con su parodia "Ayer vi un ovni"