Ayer estaba muy estresada, leyendo el diario al lado de la pileta cuando agarré la sección de humor que viene todos los domingos. La sección de humor del diario
Más allá de la política, siempre me he preguntado por la utilidad de edificios públicos barra históricos. Por ejemplo, el cabildo ¿qué función tiene? Sí, sí, la revolución de mayo se gestó ahí, el pueblo quería saber de qué se trataba, los paraguas y el color amarillo y rojo que pintamos en la escuela, pero ahora ¿para qué se usa? No es el original, he ido un par de veces a Buenos Aires y no me acuerdo mucho, acá es mitad museo, mitad stands para la feria del libro cuando viene, mitad oficina para el turista, mitad galería para que duerman linyeras. Y no es de antipatriótica pero digo ¿no sería mejor que en ese lugar hubiera otra cosa? Un albergue para personas sin techo, por ejemplo, la municipalidad, o que se yo, algo más productivo. O a lo mejor no es el problema el cabildo sino las otras instituciones, o sea… estando el cabildo tan al cuete ¿qué sentido tiene que hagan una casa de gobierno, por ejemplo?
¿Y las escuelas? ¿Alguien alguna vez se puso a pensar que durante las vacaciones de tres meses del verano, las escuelas son edificios enormes que quedan cerrados? No, no, no estoy diciendo que las clases duren todo el año, ni cerca, pero también son espacios que podrían ser mejor aprovechados, es como en la casa de cualquiera, economía de espacios. Yo propongo que el Congreso se convierta en un salón de usos múltiples para cuestiones sociales, no solo hagan velorios, también celebren bautismos, comuniones, casamientos, bar mitzvah y despedidas de solteros; las casas velatorias mientras tanto pueden servir – gracias a que todas están provistas de cocinitas con café – para celebrar reuniones de gabinete, total… hay muchos que en la política están medio muertos.
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