lunes, 28 de febrero de 2011

La muerte y la tecnología

Hace ya un año, una persona que trabajaba en mi escuela y a quien yo quería muchísimo falleció; al día siguiente de saber la noticia le hicieron un grupo en el Facebook al que en un principio me resistí a unirme para no banalizar su muerte. En el grupo, la gente le escribe cosas como si ella pudiera leerlas, le cuenta cuánto la extraña y le habla de sus cosas.

Hace un tiempo, leí una noticia en la que una mujer enterró a su marido con el celular incluido, para que las personas le dejaran mensajes y porque al poder llamarlo iba a escuchar su voz.

Una vez leí en el diario también, que la hija de Nora Dalmasso usaba el teléfono de la madre, asesinada, y que cuando llamaba a cualquiera se asustaba porque en el identificador le aparecía que llamaba la finada.


Yo entiendo que la tecnología nos trasciende, y que muchas personas se quedan con ganas de decir cosas, pero ¿es el medio? ¿No es mejor dejar una carta, ponerla en una botella y arrojarla al mar? ¿Es que necesitamos decirle cosas a quien ya no está o es para que los que sí están lo vean? Me parece horrible. De verdad, si a mí mañana me parte un rayo, el central azul se da vueltas o un alumnito me caga a tiros, cierren TODOS mis medios de comunicación, Facebook, Lopolis, Twitter, mis cuentas de mail, rompan el chip de mi celular, cancelen los boletines y páguenle al almacenero lo que le debo; no quiero que NADIE haga demagogia con mi pelo rosa. Aunque ya saben… en su tiempo Leopoldo Lugones pedía casi lo mismo y ya ven.

4 comentarios:

Hugo dijo...

Hay que preocuparse de las personas en vida, después es solo una careteada.

(La del celular de Dalmasso es muy buena, más si en algún momento "llamó" al asesino.)

Al dijo...

Como "páguenle al almacenero"!!! Ah, no...

Ananá dijo...

Hugo: Lo del asesino no me había puesto a pensarlo, flor de julepe eh?

Ananá dijo...

Al: ?