Cuando Orson Welles hizo la adaptación del libro “La guerra de los mundos” de Herbert George Wells, todo aquel que agarró el radioteatro a la mitad se creyó que realmente había una invasión alienígena y cundió el pánico. La gente llamaba a los periódicos pidiendo información, exigían en las comisarías modos de protegerse del gas marciano y algún que otro infeliz se habrá suicidado con esa excusa; y semejante reacción es porque, claro, nadie sabía qué hacer.
¿A qué quiero llegar con todo esto? Supongamos que vengan los extraterrestres hoy, prendes canal 12 para ver la novela de la gorda bella y sale Lalo Freyre contando que llegaron muñequitos verdes/azules/violetas y que están aterrizando en el parque Sarmiento, nosotros SABRIAMOS qué hacer, gracias a las innumerables películas que hemos visto.
Yo por ejemplo sabría que no me tengo que acercar a alguien de raza negra, porque siempre son las primeras víctimas en las catástrofes televisadas, ni tiraría una paloma de la paz porque la desintegrarían on air. Tampoco me pondría en el papel de chica ruda, porque sé que no aguantaría ni un round, en caso de no llegar al refugio especial, o sea me ganen de mano y toquen el timbre de casa, les ofrecería unos entremeses de gato (no sé si solo a los de Melmac les apetecería, quizás sea un gusto generalizado) luego de saludarlos con una patada en los huevos (Scary Movie 3 nos enseñó eso). Por si quieren dejar a alguno, siempre hay lugar en la cucha de mi perro para un Stitch, mataría por un Stitch! Quiero un Stitch!
Además para que no me agarran desprevenida tomo precauciones, siempre tengo el celular cargado por si quieren llamar a casa, o la cadena de la bici puesta, por si tienen ganas de ir pedaleando hasta contrastar su silueta con la luna para ser el logo de alguna productora de cine y por si las cosas se ponen fea, tengo guardados un par de temas de mi abuela en el Winamp. Por las dudas, cuando todo pase y llegue Will Smith a por mí, tengo unos anteojos comprados en la plaza San Martín para no olvidar tamaña experiencia
¿Y ustedes? ¿Qué aprendieron de las películas además de saber que después de la cita en el umbral de tu casa viene un beso, sobre el significado del día de acción de gracias (y no del 17 de agosto, por ejemplo), sobre que los desenlace siempre son buenos en un aeropuerto o un puente, o sobre la importancia de dejar que tu hijo pez vaya al colegio pese a su aleta marchita?
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